jueves, 29 de octubre de 2015

Grasas, riesgo cardiovascular y pérdida de peso


Grasas y riesgo cardiovascular

Desde hace muchos años se está hablando cada vez más de las grasas, de la composición nutricional de los alimentos, del riesgo cardiovascular o la pérdida de peso. Toda esta moda se generó a partir de un movimiento mediático en el que se criminalizaba a las grasas como culpables de los niveles de obesidad o el aumento de los casos de patologías cardiovasculares. Por lo tanto en este post trataremos a modo de introducción los efectos de distintos tipos de grasa en relación con el riesgo cardiovascular.


En primer lugar, hay que conocer que son las grasas. Éstas son unos nutrientes insolubles en agua.

Hay lípidos complejos como los triglicéridos, que es la forma en la que se almacena la grasa en nuestro organismo; fosfolípidos (que forman las membranas celulares) y otros. 

También hay lípidos simples como los ácidos grasos. Estos forman parte de los triglicéridos (3 ácidos grasos) y los fosfolípidos (dos ácidos grasos). Estos ácidos grasos están formados por cadenas de carbono e hidrógeno. Se clasifican en saturados (sin dobles enlaces entre carbonos) o insaturados (con dobles enlaces), y dentro de los insaturados hay monoinsaturados (un doble enlace) y poliinsaturados (2 o más dobles enlaces).


Las grasas tienen múltiples funciones  importantes. La principal es la función energética, ya que su oxidación nos aporta una gran cantidad de energía (9 Kilocalorías por gramo de grasa); de reserva de energía; estructural, formando parte de membranas celulares; térmica, ya que ayuda a mantener la temperatura corporal; depósito y vehiculizador de vitaminas como la Vitamina A, K,  E y D; y otras funciones, por ejemplo formar parte de la estructura básica de algunas hormonas.


RIESGO CARDIOVASCULAR


Para evaluar el riesgo cardiovascular hoy día se tienen en cuenta unas moléculas que viajan por la sangre transportando lípidos. Estas moléculas son las lipoproteínas de alta densidad, más conocidas como HDL o colesterol bueno, las lipoproteínas de baja densidad, mas conocidas como LDL o colesterol malo, y los quilomicrones, que son lipoproteínas que transportan mayoritariamente triglicéridos de la dieta, por eso son conocidos como los triglicéridos de la sangre.


 Las partículas de LDL transportan colesterol desde el hígado hasta los tejidos, y está demostrado que tienen una alta capacidad aterogénica. Es decir, tienen capacidad para formar placas de ateroma en las arterias. En cambio, el colesterol HDL lleva el colesterol desde los tejidos y las partículas LDL hasta el hígado para que este sea eliminado junto a la bilis al sistema digestivo. Por esto, el LDL se conoce como colesterol malo, ya que altos niveles en sangre de este aumentan el riesgo cardiovascular. En cambio el HDL disminuye este riesgo.

Hay mucha incertidumbre acerca de si ciertos tipos de ácidos grasos aumentan el riesgo cardiovascular.
En primer lugar los ácidos grasos saturados, que generalmente forma parte de la grasa de alimentos de procedencia animal como la carne o la leche, puede que tengan un efecto negativo sobre el riesgo cardiovascular aumentando los niveles de LDL, aunque nuevas investigaciones están llegando a conclusiones diferentes.

LDL/HDL

Si que está bien demostrado que el consumo de ácidos grasos insaturados, como el aceite de oliva como ejemplo de grasa monoinsaturada, o los ácidos grasos poliinsaturados, poniendo la grasa de los frutos secos o del pescado como ejemplo, tienen un efecto cardioprotector, mejorando los niveles de HDL y LDL


Se ha comprobado que hay una mejora importante en los niveles de LDL y HDL en personas que practican deporte de forma regular.


Por lo tanto, si que se puede llegar a la conclusión de que es recomendable para nuestra salud cardiovascular sustituir los ácidos grasos saturados por ácidos grasos insaturados. Esto se consigue mediante una dieta variada y equilibrada, con un consumo moderado de carne y dando preferencia a los pescados, consumiendo también una ración diaria de frutos secos, y utilizar siempre aceite de oliva virgen extra en lugar de otras grasas. Si todas estas pautas las combinamos con actividad física diaria los beneficios están garantizados.


Para concluir, es importante acudir al médico con cierta regularidad para controlar los parámetros que nos informan del riesgo cardiovascular y acudir a un dietista-nutricionista para que nos indique pautas concretas para mejorar estos valores de forma individualizada.

En próximos posts hablaremos del efecto sobre la salud de los productos “bajos en grasa” o “lights”, efectos sobre la salud de dietas con un alto contenido en grasas y del poder dañino, o no, del colesterol que ingerimos.



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